lunes, 2 de febrero de 2009

Calidad de democracia

Democracia de calidad.
Por: Oscar Miguel Rodao

La lucha en Colombia no alcanza a ser aún por ideas de derecha o de izquierda, como nos pretenden hacer creer, la lucha de los colombianos se reduce a conquistar una democracia de calidad como sistema de vida para nuestros pueblos.

En estos momentos en Colombia, esta lucha encuentra sentido, no sólo por la democracia, sino por la calidad de la democracia. Sin calidad en nuestra democracia, no hay libertad ni hay ciudadanía por eso en Colombia tenemos elecciones, pero no tenemos democracia.

Dentro del proceso de la para política, hoy están procesados en Colombia por la justicia, más de setenta congresistas por concierto para delinquir, personas acusadas de aliarse con organizaciones criminales para lograr las votaciones con las que se eligieron. Votaciones fraudulentas, sin ningún valor, empujadas por sicarios a punta de fusil y financiadas con dólares del narcotráfico. Dentro del proceso, los implicados en sus confesiones declaran que también respaldaron la elección del Presidente Álvaro Uribe.

Sin embargo el gobierno subestima todo esto. Además, como si esos acontecimientos fueran poca cosa, se agrega la condena por cohecho por parte de la Corte Suprema de Justicia a ex congresistas que permitieron de manera espuria la reelección presidencial. Es decir, las instituciones y los poderes que nos rigen son producto de fraudes e imposiciones abusivas, camino de una democracia de poca calidad.

El simple hecho que desde la presidencia, con el apoyo de mayorías en el congreso cuestionadas por la justicia, se respalden cada 4 años reformas a la constitución que favorecen la permanencia del Presidente de la República más allá del tiempo previsto en la ley, como se intenta de nuevo en la actualidad, es prueba de la mala calidad de la democracia colombiana, como quiera que las reglas de juego político se manosean en función de intereses inmediatos de quienes controlan el poder.

Desde las democracias desarrolladas del mundo donde las normas son estables y los procedimientos políticos y jurídicos predecibles, es decir, en donde el Estado no tiene dueño como ocurre en Colombia, observan la evolución de las reformas propuestas por el gobierno con profunda desconfianza y decepción. Así las cosas, la estabilidad y la confianza que expone como máximo logro este gobierno, están duramente cuestionadas.

Nos encontramos en uno de esos decisivos momentos, el momento en el que nuestra nación está en guerra, nuestra economía atraviesa una situación confusa, y la promesa de una democracia de buena calidad ha sido amenazada una vez más por los afanes reeleccionistas del presidente.

Según el gobierno nacional y su política de fortalecimiento de la economía, dar más y más a los que más tienen para luego confiar en que la prosperidad descienda a los demás, no deja de ser mas que otro engaño. Esto en el Palacio de Nariño lo llaman el país de propietarios, pero lo que realmente significa es que estamos solos. Que nos han recortado todas las garantías laborales, que nos hemos quedado sin empleo de calidad, que la salud publica se convirtió en un negocio, que el todo vale se impone como regla para gobernar, que la educación y toda inversión social ha sido reemplazada por la seguridad democrática, Colombia es mucho mas que eso y nos merecemos mucho mas.

Los invito a consolidar una democracia real que sirva a los colombianos para administrar sus diferencias y sus oportunidades en ambientes y mediante procedimientos confiables y civilizados, recuperar la confianza en la política, que debe ser a la vez de recuperación del liberalismo como fuerza constructora de bienestar y de oportunidades para todos. Cuando volvamos a juntar al partido liberal con el liberalismo, volveremos a ser una buena opción para gobernar nuestra tierra. Es decir, cuando el partido liberal vuelva a ser liberal

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